Las palabras se diluyen en un océano de pensamientos mal habidos. Que fuerte suenan las agujas del reloj cuando la vida se acelera. Que tristes son las primaveras sin verte con tu vestido cereza. El despojo se apodera de las últimas gotas de esperanza que brotan de un corazón desgarrado de latir por los mismos ojos y por los mismos labios. Ahora las mañanas son siempre de resaca y las noches un misterio. Me pierdo en el enigma de las botellas de ron y los ceniceros. La vida al final no es más que una alucinación y el amor, la droga por definición.
©️ Gabriel Berm